Libro, en mi opinión exquisito, es
el tema, de esta novela, un viaje nostálgico por la juventud perdida de dos
amigos que se encuentran en el puesto de libros del pasadizo de San Ginés, en
la madrileña calle Arenal. Cuenta el narrador de la novela en la primera
página (personaje que se quedará ya en mi particular universo de personajes literarios)
que, se detiene en el pasadizo de San
Ginés sin más motivo que la nostalgia literaria- que no deja de ser una forma
dulce de añoranza del pasado y del tiempo perdido y aclara- “ todo el
tiempo pasado, como se sabe, es también tiempo perdido, doblemente perdido:
porque no lo aprovechamos, porque no ha de volver. Quien sea o haya sido lector
voraz rara vez pasa por delante de un puesto de libros sin detenerse”.
En una entrevista que
leí hace poco en El Cultural* refiriéndose a la prosa de Hidalgo Bayal, se
decían cosas como “extremadamente culta, pulida y cadenciosa, como de otra
época” y también que su única meta al escribir, es precisamente eso,
escribir, y hacerlo sin mirar el reloj o el calendario. No puedo
estar más de acuerdo en todas estas apreciaciones. La falta de prisa es algo
que transmite la novela, tanto el estilo como la trama, y se nota también ese
regocijo personal en la tarea de ESCRIBIR (con mayúsculas), para que
quien lo lea no sólo disfrute de una historia sino de las propias palabras y
construcciones en el uso del lenguaje.
Dice también G.H.B. en
esa misma entrevista que “aspiro a una prosa de cierta intensidad poética y
esa cualidad se aprende más en los libros que en el habla. No me atrae la
prosa literaria meramente informativa, tampoco la coloquial.” y también que
“hasta que no considero aceptable el sonido de la prosa, el ritmo, la sintaxis,
no me parece que el texto esté acabado.” Basta con leer esta novela, que es la
última hasta ahora del autor, para saber que todo eso que dice es cierto.
Poco más que añadir a las propias palabras del autor, solamente, eso sí, recomendar con empeño su lectura. No he estudiado Filología pero, por lo visto, hay varios guiños en la novela a esta disciplina que reconocerán, seguramente, los que sí lo hayan hecho.
Poco más que añadir a las propias palabras del autor, solamente, eso sí, recomendar con empeño su lectura. No he estudiado Filología pero, por lo visto, hay varios guiños en la novela a esta disciplina que reconocerán, seguramente, los que sí lo hayan hecho.
Gonzalo Hidalgo Bayal,
nació en Cáceres en 1950 y dice que Faulker le hizo pasar de los endecasílabos
a la prosa. Bendito Faulkner.
*Aquí la entrevista a la que me refiero: https://elcultural.com/Gonzalo-Hidalgo-Bayal-Me-excedo-en-lo-intelectual-y-me-reprimo-en-lo-sentimental
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