HOLY MOTORS de Leos Carax



Recuerdo que al leer “La metamorfosis” de Kafka, su personaje principal, Gregor Samsa, me había parecido uno de los personajes por los que yo más pena había pasado. Al ver Holy Motors, y una vez ya metida de lleno en la historia, una vez me hube dado cuenta de que sí, que yo allí veía una historia, he tenido esa misma sensación de pena y lástima hacia el personaje protagonista, Monsieur Oscar (la he visto en v.o.s.).
El señor Oscar es una persona camaleónica. Se pasa el día en una limusina que lo lleva de un lugar a otro de París. En cada sitio donde para tiene una cita en la que sale del coche, iba a decir disfrazado pero no sería exacto; el protagonista no se disfraza, se transforma, se metamorfosea (siguiendo el símil con Kafka) y actúa aunque tampoco sería la palabra exacta, porque M. Oscar no actúa sino que realmente vive el personaje que “interpreta” en cada cita (muy fan desde ya de Denis Lavant).

Monsieur Oscar, es una persona sin personalidad (si esto es posible) no es nadie y es todo el mundo al mismo tiempo. Y eso le crea una gran tristeza. Los diálogos aunque escasos, creo que son suficientes para transmitir todo lo que debemos saber, ni más ni menos. El resto de huecos debe llenarlos el espectador.



Soy consciente de que no es una obra fácil, de que la película en sí, puede resultar la mayor porquería nunca vista o una obra maestra (es de ese tipo de cintas en los que no caben medias tintas). Además, querer explicar Holy Motors es querer explicar un cuadro abstracto que va cambiando continuamente. A Holy Motors se llega, en todo caso,  desde una experiencia sensorial y no racional, y aunque supongo que puede tener tantas explicaciones como espectadores yo he encontrado la mía, y me basta.

Creo que toda la película gira y se da, para llegar al punto culminante en el que el protagonista cede su papel principal al personaje que interpreta  Kilie Minogue. Ambos protagonizan una de las escenas más tristes, bonitas e inquietantes que he visto en el cine. Es además una escena musical en la que ella canta (por cierto, una canción hermosísima) y que, en mi opinión, es la clave de toda la cinta.

Holy Motors es toda una experiencia, la amas o la odias o incluso todo lo contrario, desagradable unas veces, tierna otras, hipnótica siempre, sorprendente en todo momento y arriesgada hasta el infinito (habrá quien haya puesto en duda el equilibrio mental de su director Leos Carax e igual no le falta razón). Holy Motors no se puede contar, no se puede explicar, no se debe intentar entender, simplemente hay que dejarse llevar por ella. A dónde lleve a cada cual, eso ya es otra historia.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tu comentario!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...