HOLY ROLLERS de Kevin Asch


El cine, aparte de ser uno de los mejores entretenimientos que existen (al menos para mí), es también una fuente inagotable de información. Así que al ver esta película me enteré de algo de lo que nunca antes había oído hablar:

A finales de los 90 y en sólo seis meses, una pequeña red de traficantes del barrio de Crown Heights, en Brooklyn (EEUU), logró importar directamente desde Amsterdam aproximadamente un millón de pastillas de éxtasis. Hasta aquí nada fuera de lo "normal" y que, además, hemos visto ya mil veces en otras películas. Lo extraordinario del asunto es que esta pequeña red estaba formada por judíos jasídicos, es decir, los ultra ortodoxos con rizos y sombrero que tanto nos llaman la atención (repito de nuevo: al menos a mí) y que sin embargo pasaban la mercancía camuflada entre toda esa parafernalia religiosa que llevaban (sombreros, maletas y demás).
Cierto es que, por lo menos al principio, la mayoría de ellos creían que lo que importaban era medicamentos para ricos, así que, el actuar con tranquilidad no les suponía ningún esfuerzo extra y por lo que trasluce la película, ni ellos mismos llegaban a saber de qué iba todo aquello...

Sin entrar en consideraciones sobre si la película es mejor o peor ni entrar a evaluar actuaciones, sí que destacaría la natural inocencia del todo creíble del actor Jesse Eisenberg que nos hace empatizar con él desde el principio y creernos su personaje.
A parte de esta curiosa trama, es interesante en la película lo que muestra sobre esta comunidad judía, sus ritos, sus tradiciones y cómo éstas llevan o pueden llevar a oprimir la voluntad de algunas personas.

¡Ah! la consigna que les decían a los judíos que hacían las veces de "mulas" antes de embarcar en el avión era: "Relájate, ocúpate de tus asuntos y actúa como judío".

Pues eso, Shalom.




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